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Lenguaje Lúdico Afectivo en la Relación de la Audiencia con el Medio (página 2)



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Con lo audiovisual se inicia un trabajo a
nivel de imagen y se da la
reintroducción de lo oral, al respecto Valerio Fuenzalida
menciona que "la imagen icónica, aún la imagen
estática de la fotografía, es portadora de una gran
cantidad de signos
concretos y por tanto tiene una enorme riqueza potencial de
comunicación".

La televisión
como medio del siglo xx tiene un lugar privilegiado en la
cultura y la
sociedad
contemporánea, los primeros estudios se inician en los
años 40. En el año 50 los estudios están
basados en la teoría
de los efectos: se centra en el estudio de las intencionalidades
y poder
ilimitado de los productores de mensajes audiovisuales, se acepta
la gran influencia de dichos mensajes en los comportamientos y
comprensiones de la gente.

En los años 60 la teoría de mediadores /
usos y gratificaciones: tiende a matizar la incidencia de los
medios
audiovisuales según los filtros que establecen los
líderes de opinión en las decisiones de los
individuos de la comunidad;
también, desde la psicología se afirma
que el efecto televisivo no es tal porque la gente tiende a
rechazar aquello que le produce incomodidad y no le permite
ninguna satisfacción y acepta más fácilmente
aquello que le produce satisfacción y que de alguna manera
le genera una gratificación en su consumo.

Para los años 70 el análisis del mensaje es el objeto de
estudio. Se mueve de los productores y las audiencias al mensaje
como objeto posible de investigar en cuanto a las estructuras
ideológicas presentes, las tendencias de poder y modelo social
prescritas y las claves de lectura que se
promueven en detrimento de otras alternativas. Existe de esta
manera un análisis estructural de los mensajes basado
preferencialmente en el develamiento de lo ideológico que
existe en el mensaje y el carácter industrial que marca la producción de lo audiovisual.

Estudios relacionados a las audiencias se inician en los
años 80, los estudios comienzan a interesarse en las
diversas posibilidades de comprender los mensajes. Esta
perspectiva se interesa tanto en la construcción discursiva del lector como en
la relación entre los textos televisivos y los sujetos
reales. Stuart Hall (1973) enfatizó en los momentos de la
codificación y la decodificación:
lectura dominante, lectura negociada y lectura oposicional,
mientras David Morley (1980) investiga las diversas formas de
negociación y resistencia.
Umberto Eco busca el modo en que el lector se encuentra inscrito
en los textos: mode of address (relación texto-lector)
y preferred reading (lector dominante). La teoría crítica
(adorno y
Mattelart) busca estudiar las formas de comprender y explicar los
textos por parte de las audiencias, dentro de las cuales se
privilegia la lectura
crítica (mirar mejor significa entender) como las ubicadas
culturalmente. En Latinoamérica (Martín-Barbero y
Fuenzalida) se comienza a pensar a las audiencias como sujetos y
comunidades activas capaces de replicar a las intencionalidades
industriales e ideológicas de los medios, la idea es que
las audiencias son cómplices de los procesos de
dominación comunicativa pero a su vez resisten y replican,
de aquí nace una corriente que investiga los usos
populares de lo masivo en la vida cotidiana y la
revalorización de las maneras otras de leer de los sujetos
sociales.

En los años 90 surge el análisis del
consumo. La mirada se dirige hacia los procesos culturales y las
mediaciones (García-Canclini, Orozco,
Martín-Barbero) que participan en los procesos de
comprensión, interpretación y uso de los mensajes
audiovisuales. La unidad de consumo básico es la familia. El
análisis tiende a observar las maneras como se articulan
las lógicas comerciales de la producción con las
lógicas culturales del consumo. Se comienza a pensar en
las diversas temporalidades, la presencia de lo cultural como
lugar del sentido comunicado y las competencias
comunicativas que despliegan las audiencias.

Los estudios, en la actualidad, se dirigen hacia la
relación entre los textos televisivos y los contextos
culturales donde se realizan, la televisión se convierte en el eje de la
reflexión social y el medio de mayor incidencia sobre las
agendas públicas, las formas de la política, los estilos
de producir saber y las maneras de comprender el mundo (Bourdieu,
1998; Sartori, 1999; Castells, 1999) .

La televisión se ha convertido en el centro
cultural de nuestras sociedades,
culturas populares masivas en las cuales las razones se diluyen
en emociones y la
vida es todo un entretenimiento.

II

Según Guillermo Orozco, el televidenciar implica
un proceso
mediático-comunicacional, ya que la audiencia
deberá ver, escuchar, percibir, sentir, pensar, comprar,
guardar, retener, imaginar e interactuar con la
televisión.

En esta etapa nos enfrentamos a un cambio
cultural que surge o es provocada por las nuevas
tecnologías. La relación de la audiencia con la
televisión también se ve afectada. El aspecto
lúdico-festivo y afectivo llega al hogar, lugar donde
también se han producido cambios. El profesor
Fuenzalida menciona al respecto que "con la televisión
situada en el hogar, el televidente establece primariamente un
contrato
general o pacto de lectura medial de entretención para el
descanso, compañía, ventana al acontecer,
además agrega que en el consumo privado del hogar, la
audiencia ante la televisión actúa en general
motivada por la ley de la
gratificación y la satisfacción de sus expectativas
situacionales.

Cuatro son los factores que se mencionan por el profesor
Fuenzalida como aquellos que se encuentran y permiten comprender
las relaciones entre audiencia y televisión abierta: la
situación de recepción en el hogar, el lenguaje
lúdico afectivo, los nichos televisivos y la identidad
corporativas. Elementos que actúan juntos y que nos
permiten comprender la relación que se establece entre una
audiencia que ha ido cambiando con el tiempo y la
televisión.

Cuando se hace referencia a la situación de
recepción en el hogar , considerando a este como el lugar
habitual y cotidiano de recepción de la
comunicación televisiva. Contexto cotidiano donde se
cubren las necesidades de consumo y otras como información, compañía y
soporte emocional. Al parecer la situación de
recepción es más estrecha con la mujer ama de
casa y personas de más edad, ya que son estos los que
consumen más horas de televisión , relacionado a al
tiempo de estadía en el hogar.

Al iniciarse una relación entre audiencia y
televisión necesariamente se tiene que mencionar un
espacio-tiempo en el hogar que es establecido por ritmos de vida
diarios, semanales, anuales, los que son incluidos o incorporados
para la construcción de la oferta de
programas.

Los habitantes presentes en el hogar tienen sus tiempos
propios y los distribuyen según sus tareas, obligaciones y
ocios. Si un ama de casa se queda sola en el hogar por varias
horas en el día, su expectativa situacional y su estado de
ánimo tienden a demandarle a la televisión la
función
de compañía amistosa. Durante todo el día
esta demanda va
variando, pues pasa por momentos de función energizante,
descanso o relajación hasta de compartir con los que
llegan al hogar. De este ritmo de vida se obtienen los insumos
necesarios para poder realizar una programación adecuada, considerando los
estados de ánimo estacionales de la audiencia. Mientras
más se conozca a la audiencia, se tendrá una mayor
facilidad al momento de ofrecerle una
programación.

La audiencia se caracteriza por no ser homogénea,
son varios los tipos de atención que varían según el
quehacer de éstas y podemos contar con audiencias:
exclusivas y dedicadas, con amas de casa que atiende
simultáneamente varios objetos, una atención
variable que puede ser concentrada, atención de tipo
monitoreo ya que se realiza una actividad
extratelevisiva.

Las diferencias económicas, sociales, culturales
que modifican o intervienen en su manera de ver y consumir la
televisión. Los sectores altos, dirigentes sociales,
políticos, académicos e intelectuales
tienen su manera de diferenciarse del resto a través de su
relación y consumo televisivo.

A lo mencionado se suma el proceso de
codificación y decodificación ante la
televisión, ya que no existe un proceso simétrico.
Los signos audiovisuales no son estáticos, presentan una
gran dinamicidad, así como una aparición temporal.
Los signos visuales concretos como los mensajes gestuales y no
gestuales tienen una gran carga emotiva que puede afectar a la
audiencia. La gestualidad tiene una fuerte incidencia
afectiva.

Si realizamos una comparación con el signo
lingüístico, lo visual incluye un nivel de
abstracción mayor. Trabajar con signos icónicos no
significa dejar de lado lo oral. Como lo vimos anteriormente lo
oral tiene una fuerte carga emotiva y afectiva, si en la
construcción audiovisual se mezclan adecuadamente
elementos visuales y orales (una buena musicalización) se
podrá tener un producto con
una fuerte carga emotiva y afectiva. La lectura que la audiencia
realice de éste puede ser de tres tipos: Dominante-acepta
el mensaje, Negociada y Oposicional.

Martín-Barbero nos invita a realizar un
análisis de la televisión como relato, dispositivo
cultural e industria.
Comprender sus formas, lógicas y conexiones que propone
como medio central de la comunicación
contemporánea, ya que la pantalla televisiva se ha
convertido en el lugar de la visualidad que ritualiza formas de
interpretar el mundo y clasifica las maneras de ver socialmente
aceptadas. "La televisión es el medio que más
radicalmente va a desordenar la idea y los límites
del campo de la cultura, con sus tajantes separaciones entre la
alta cultura y cultura popular, entre realidad y ficción,
entre Vanguardia y
Kitsch, entre espacio de ocio y trabajo, entre saber experto y
experiencia profana, entre razón e imaginación", y
esta acción
ha llevado a la constitución de una nueva forma de ser y
sentir social que "es producto de las profundas transformaciones
del contexto comunicativo-cultural y la centralidad de la
televisión y de la experiencia audiovisual en ese
proceso… la percepción
del tiempo está marcada por las experiencias la
simultaneidad, de la instantánea y del flujo". en síntesis,
la televisión se ha convertido en el centro cultural de
nuestras sociedades, escenario y práctica comunicativa
donde la existencia se diluye en emociones y la vida toda es una
lucha por el reconocimiento. La televisión hay que
comprenderla para poder interpretarla.

III

Se ha recargado en la televisión el aspecto
relacionado a la violencia
contenida en programas televisivos infantiles y juveniles. No
está comprobado que toda violencia en la pantalla sea mala
para los niños y
jóvenes. Hay que ser cuidadosos al respecto Hay un tipo de
violencia que puede ayudarles a solucionar conflictos.
Valerio Fuenzalida afirma que los niños y jóvenes
establecen una relación específica con el lenguaje
audiovisual que tiene características de ludismo,
afectividad y dramatismo.

Un grupo
importante de estos esquemas lúdico-dramáticos que
están en la base de muchos programas televisivos se
contacta con motivaciones afectivas que tienen que ver con las
necesidades de realización de si mismo, reconocimiento
social y estima de sí. Fuenzalida afirma que es importante
intentar comprender las motivaciones que provocan la
predilección por programas con contenidos violentos, por
ejemplo en los dibujos
animados. Considera que en este atractivo se combinan dos
motivaciones, por un lado la tendencia a la acción,
inherente a la condición humana como condición de
supervivencia; y por otro lado esta latente la necesidad
psicológica de diferenciar claramente el Bien y el Mal. En
ese sentido, hay un tipo de programas que, a pesar de sus
contenidos violentos, pueden constituir una forma lúdica y
dramática de conocimiento y
aprendizaje
afectivo.

La televisión se convierte, entonces, en el
más auténtico medio de comunicación de
masas, ya que llega de igual manera a todos, el contenido y la
forma de los mensajes se corta por el común denominador,
la participación de la audiencia es afectiva y cercana al
modelo de conversación. La televisión se ha
convertido en la lógica
dominante para todos los procesos que se pretenden comunicar a la
sociedad (tanto que) la televisión, hoy, formula el
lenguaje de la comunicación social. Rituales, más
que contenidos la televisión se ha convertido en rutinas
diarias que marcan los espacios y determinan las temporalidades
de la vida.

A partir de que la televisión establece una
relación afectiva con sus públicos. Las audiencias
generan rituales que se pueden comprender como la necesidad de
sentir compañía en un mundo que se encuentra en
constante cambio. Los contextos sociales y culturales afectan en
la construcción de los mensajes. La televisión de
éxito,
más allá de los contenidos, en la actualidad debe
responder al deseo de mirar del televidente, a la necesidad de ir
más lejos y poder apaciguar las amenazas modernas que se
le presentan cada día. Una televisión que convierta
en héroes a las personas del común, que brinde
temáticas nuevas para hablar en la vida cotidiana, permita
reflexión y genere conversación sobre lo que
significa vivir en estos tiempos de falta de privacidad, que haga
sentir a la persona como
parte importante del mundo, sin importar su condición
económica o social.

La comunicación es vida, comprendida por todos
los aspectos emotivos y afectivos que puedan envolverla, el hombre
siente la necesidad de participar de esta comunicación
vivificante y no sentir que forma parte de una sociedad muerta,
donde lo que sobre es la humanidad.

BIBLIOGRAFÍA

BARBERO J. 2002. Oficio de cartógrafo.
Travesías latinoamericanas de la comunicación en la
cultura, Fondo de Cultura Económica, Santiago.

FERRES J. 2000. Educar en una cultura del
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FUENZALIDA V. 2000. La televisión pública
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OROZCO GOMEZ G. 2001. Televisión, audiencias y
educación,
Norma, Colombia

RUSSELL W. 1991. El futuro de la audiencia masiva, Fondo
de Cultura Económica, Santiago.

 

Mag. Liceli Gabriela Peñarrieta
Bedoya

Magíster en Comunicación y
Educación
Pontificia Universidad
Católica de Chile
Egresada de la Maestría en Comunicación y
Educación
Universidad Aútónoma de Barcelona
Licenciada en Ciencias de la
Comunicación
Universidad Nacional del Altiplano

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